¿Qué recuerdos guarda de su infancia en Teror ?
Nací en el mismo casco histórico del pueblo y en pleno invierno. Fui atendido, al igual que el resto de niños, por la partera del municipio y, por ello, pertenezco a la generación que trajo Ciprianita al pueblo. Así se llamaba ella. En la calle Real de la Plaza viví toda la primera etapa de mi vida hasta que me casé y me mudé a la ciudad. Por eso, mi juventud la asocio al colegio Salesianos, a la calle principal y a La Alameda. Siento que el pueblo me ha entrado desde bien pequeño por la vena.
¿Qué le llevó a estudiar arquitectura y a dedicarse a la restauración de edificios?
Se me daba muy bien el dibujo, la ciencia, la física y siempre me gustó restaurar cuadros. Era, además, una carrera que estaba en la Isla, por lo que era muy cómodo