Una de esas carambolas a tres bandas que suele jugar la historia puso a tres antioqueños en Europa, encargados de negociar los préstamos que hicieron posible concluir las guerras de Independencia y darle oxígeno a la naciente república. Más que una simple coincidencia en medio de tiempos convulsos, la consecución de esos créditos —respaldados con minas en Antioquia y Caldas— precipitó la llegada de ingenieros ingleses, alemanes y suecos que introdujeron tecnologías para horadar las minas de veta, abrir camino a las primeras grandes fortunas y sembrar la semilla del proyecto civilizador de Medellín.

Tras 1820 se abrió un punto de inflexión en la historia de Antioquia. Fueron años de superposición de procesos decisivos que marcaron el rumbo de Medellín durante el primer siglo republicano. E

See Full Page