Amarillentas, con el rastro oxidado de ganchos y abrochadoras en sus esquinas, las hojas de decenas de carpetas y documentos se movían apenas incentivadas por algo de brisa patagónica cuando el equipo de la Universidad de Río Negro (UNRN) logró abrir ese vagón solitario . Paciente, en las afueras de Jacobacci, la estructura esperaba en silencio que alguien se acercara, hasta que el aviso llegó a oídos de estudiantes, profesores y no docentes, que activaron la logística de rescate en forma voluntaria.
Mientras el sol se las ingeniaba para pasar entre tabla y tabla de este antiguo contenedor de madera, esos nuevos ojos intrigados notaron que el viento y la tierra que éste levanta ya habían hecho de las suyas en tantos años , deteriorando el recuerdo de labores, tareas y maniobra