Cuando era adolescente y crecía en Estambul, tuve la suerte de formar parte de una generación que tenía cerca modelos democráticos. Países europeos como Gran Bretaña, Francia, Alemania y Suecia alimentaron nuestras aspiraciones de prosperidad y democracia , dándonos esperanzas para el futuro de nuestro propio sistema político imperfecto. La experiencia de estos países nos demostró que el crecimiento económico, la justicia social y la libertad política no solo eran compatibles, sino que se reforzaban mutuamente.
¿Dónde encontrarían los jóvenes de hoy un mensaje igual de esperanzador? La democracia liberal parecía destinada a ser la ola del futuro. Pero ahora, el retroceso democrático es un fenómeno global, y el Estados Unidos de Donald Trump es el ejemplo más visible y dramático. Desde pri