Los espacios que se abren entre Sheinbaum y López Obrador se explican por trayectoria y por tiempo. No es lo mismo llegar primero que llegar después. No es lo mismo destruir inercias que levantar lo nuevo

Once meses han pasado y muchos siguen esperando que Sheinbaum se aparte de Andrés Manuel. El miedo que le tenían a él, la copia que debía ser ella y la mexicana tradición presidencial los tiene condicionados. Imposibilitados de comprender que Sheinbaum y López Obrador son el dragón que se muerde la cola.

Ricardo Anaya —que apenas va regresando a territorio nacional— sostiene que el reciente operativo de seguridad de la presidenta no es obra propia, sino imposición extranjera. Una exigencia unilateral del mandatario del país donde hasta hace poco el senador residía.

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