Charlie Kirk, un activista político de derecha norteamericano, fue asesinado de un balazo el pasado 11 de septiembre en la pequeña localidad de Orem, en Utah, EEUU. Al momento de ser alcanzado por un certero francotirador, estaba manteniendo un debate con jóvenes universitarios con los que, irónicamente, discutía entre otros temas la problemática de la violencia relacionada a la tenencia de armas de fuego. No había cumplido 31 años, y deja una familia compuesta por su esposa y dos niños pequeños. De modo que, una persona bien nacida no puede menos que comenzar por lamentar la pérdida de esa familia, y seguir por decir que la violencia política no conduce a nada (excepto a más violencia) y que nadie debería morir por expresar lo que piensa, aunque ese pensamiento nos resulte abominable.

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