Un grupo de turistas esperaba las explicaciones de su guía al lado de la iglesia de los Jerónimos ajenos a lo que sucedía unos metros más abajo, entre Neptuno y Cibeles. La Vuelta terminó de manera abrupta. Los más de 1.800 agentes de Policía y de Guardia Civil que trataban de garantizar la seguridad, a los que se sumaban otros 700 entre agentes de la Policía Municipal y de Movilidad, resultaron insuficientes para contener a las masas que cortaron el paso a los ciclistas.

Se reivindican como protestas pacíficas, pero antes de que comenzara la etapa la organización ya tuvo que cerrar la fan zone por problemas de seguridad. Y después de que la etapa saliera de Alalpardo camino de la capital la intensidad de los ataques a la Vuelta continuó creciend o.

La organización trató de evitar

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