En el pasillo del supermercado, cada vez más envases gritan lo mismo: “Alto en proteínas” . Batidos en polvo, yogures fortificados, panes, incluso salsas. Durante décadas, el consejo era sencillo: sustituir la carne roja por pollo o pescado. Hoy, el mantra ha cambiado. La “proteína” se ha convertido en reclamo publicitario, identidad cultural y hasta aspiración estética . Pero, mientras el mercado se llena de promesas, la ciencia empieza a aclarar otra parte de la historia: qué proteínas importan de verdad, cómo se procesan y qué coste tienen para el planeta.
Comer “por el planeta” . Una investigación, publicado en Science Advances , ha reunido 37 estudios en un metaanálisis con más de 3,2 millones de personas. El veredicto es llamativo: cuanto más se parece tu plato a la “Dieta de