El conservadurismo en los campus universitarios tradicionalmente ha mezclado un intelectualismo con chaqueta de tweed, provocaciones diseñadas para generar impacto y un entrenamiento implacable para futuros operadores del Partido Republicano. Todas estas formas —y lo digo con un afecto familiar— han tendido a atraer a nerds, inadaptados y excéntricos, marginados del campus, gente intrínsecamente poco “cool”.

Charlie Kirk, asesinado el miércoles mientras hablaba con estudiantes en la Universidad del Valle de Utah, construyó su carrera y reputación organizando un tipo distinto de conservadurismo universitario: amante de la diversión, masculino, bullicioso, mainstream, incluso tenuemente cool. Parecía un tipo que sería popular en el campus, que sería invitado a las buenas fiestas, que tendrí

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