Ciudad Juárez, como el resto del país, enfrenta tiempos complejos. La maquila, motor histórico de empleo, ya no garantiza estabilidad como antes; vemos plantas con pagos detenidos, proveedores al borde de la quiebra y la sombra de la automatización reduciendo la necesidad de mano de obra.
Y ante el reto, más que resignación, lo que se necesita es despertar una curiosidad económica general que nos lleve a preguntarnos cómo producir, cómo innovar y cómo asegurar un futuro más sólido para la ciudad.
La curiosidad económica empieza con preguntas simples: ¿qué tanto dependemos de un solo sector? ¿Qué pasa si se rompe la cadena de pagos? ¿Qué oportunidades existen en otras industrias que no hemos explorado?
Interrogar lo cotidiano es el primer paso para abrir espacios a nuevas formas de pensa