Samye es un valle descarnado. La absoluta falta de vegetación y un territorio batido por el viento con un cielo límpido por la altitud y la pureza del lugar le dan un aspecto irreal. Para decorar todavía más el escenario, a su paso, el río Yarlung Tsanpo (Brahmaputra) se despedaza en bancos de arena y brazos que parecen deshilacharlo. El agua busca recovecos por los que seguir avanzando en su largo camino hacia el golfo de Bengala.

En tan hermoso aunque inclemente emplazamiento se halla el monasterio más antiguo del Tíbet. Su primera construcción se data en el año 779 y aseguran las crónicas que fue fundado por el mismísimo Padmashambava, el introductor de esa filosofía vital en el Tíbet, y a quien en aquel país se le conoce más como Gurú Rinpoche.

En una inspección poco minuciosa, podrí

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