Es el momento ritual para el que se preparan cada día del año. Cada gira, cada palabra, cada encuentro es consignado diligentemente en las imágenes que habrán de vestir el informe de gobierno.

Es el momento del gobernador, pero detrás del ritual de menos de dos horas hay mil noches de desvelos; planificación y prisas, malpasadas y desencuentros, gritos y sombrerazos, tensiones e imponderables en la organización y la logística de la que participa un ejército de servidores públicos que cotidianamente están en sus respectivas trincheras haciendo caminar la maquinaria gubernamental por un sendero que no admite descuidos ni improvisaciones, mucho menos agandalles, so riesgo de pagar un alto precio. Que le pregunten, si no me creen, a los que han tenido que abandonar el barco en estos cuatro añ

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