El asesinato de Charlie Kirk, una figura singular y prominente del trumpismo, pone de manifiesto la profunda polarización que corroe a la sociedad estadounidense.

Este trágico evento se inscribe en un escenario de anomia social, donde la responsabilidad recae, de forma aparente, en las conductas del progresismo populista.

A raíz de este suceso, el debate entre el conservadurismo y el progresismo se intensifica.

El movimiento MAGA se presenta como víctima de un ataque, bajo el argumento de que encarna el orden, la estabilidad y el cristianismo nacionalista, una percepción que parece ganar legitimidad.

El progresismo, por su parte, es percibido como una corriente que se acerca a una «cultura de la muerte», donde la iconoclasia se convierte en un valor central y la destrucción es un fin e

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