El ruido puede ser uno de los contaminantes más invisibles y al mismo tiempo más inquietantes de la vida urbana. Irrumpe en la intimidad de los hogares, altera el sueño, acelera el pulso y genera irritación.

No se trata de una incomodidad menor: la Organización Mundial de la Salud lo considera un factor de riesgo ambiental con efectos comprobados en la salud física y mental.

De acuerdo con la OMS, el umbral recomendado para la exposición cotidiana es de 55 decibeles (dB) durante el día y de 40 dB por la noche, niveles equiparables al murmullo de una conversación tranquila. Por encima de esas cifras, el organismo advierte riesgos que van desde insomnio y ansiedad hasta problemas cardiovasculares.

El oído humano puede tolerar picos de hasta 120 dB antes de experimentar dolor agudo. Los se

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