'Pepe, Pepe, Pepe', coreaban los 70 mil asistentes. La tensión crecía, los segundos parecían minutos. Un hombre aguardaba el concierto en uno de los balcones del One Hotel, pero no pudo esperar más y se arrodilló frente a su novia: ¿te quieres casar conmigo? Ella respondió que sí y se fundieron en un beso. Instantes después, Leonardo Aguilar tomó el escenario y un eco estruendoso retumbó en el Centro Histórico. "¿Dónde están los despechadooos ?" “Tragos de amargo licoooor / que no me enseña a olvidar. / Me siento como un cobarde / que hasta me pongo a llorar…” cantaba Leonardo con una presencia que estremecía a los asistentes. Algunos se hundían en caricias; otros se perdían en el zapateo, mientras que unos más aguantaban las lágrimas, en despecho. El primero de los Aguil
Entre besos, baile y despecho, los Aguilar estremecen al corazón de Guadalajara

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