“Crecí como la hermanita de Tarzán”.
Así describe la periodista venezolana Cecilia González su infancia, pues, a diferencia de otros niños, no tuvo un perro, un gato o algún ave como mascota.
“La casa era un zoológico”, dice, mientras asegura que el patio de la propiedad de sus padres, en la localidad costera de Carúpano, a 530 kilómetros al este de Caracas, albergó monos, un oso hormiguero, perezas (osos perezosos), chigüires (capibaras) y numerosas aves de corral.
Los animales, muchos de los cuales fueron llevados por vecinos que los rescataron o ya no podían hacerse cargo de ellos, estaban en libertad, salvo uno: un caimán (cocodrilo).
El reptil, al que bautizaron como Juancho, no era un cocodrilo cualquiera. Se trataba de un caimán del Orinoco ( Crocodylus intermedius ), el cual