Si viajás por las rutas del NOA en otoño o a comienzos del invierno, seguro viste esas franjas de flores amarillas que bordean las banquinas, o terrenos baldíos y veredas invadidos por una planta alta y robusta.Esa planta es el Pasto Cubano, también llamado Girasolillo. Lo que muchos perciben como un “toque de color” en el paisaje es, en realidad, una plaga que ya no se queda en el campo: avanza sobre la ciudad y trae consigo riesgos de incendios, pérdida de biodiversidad, deterioro urbano y hasta problemas de salud y económicos. ¿Por qué es tan invasiva? El Pasto Cubano llegó desde Centroamérica a Jujuy en los años 60 y desde allí se expandió por toda la región. Se adaptó muy bien, ha demostrado ser “esquilmante” (consume nutrientes y agua) y compite con cultivos como maíz, soja, caña de

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