En octubre de 2019, Pedro Sánchez hizo una dura intervención pública exigiendo a Torra que condenara la violencia en las calles de Barcelona a raíz de la sentencia del «procés». El presidente del Gobierno le dio un ultimátum, negándose incluso a coger las llamadas del president de la Generalitat mientras no rectificara. En aquel momento, las voces en off de Moncloa susurraban que Torra se ponía del lado de los violentos porque necesitaba liderar el bloque soberanista y alejar la posibilidad de que se forzara su dimisión. Era un president aislado que necesitaba algo de aire para sobrevivir.

Este pasado domingo, en el acto electoral del PSOE de Andalucía, vimos en directo el final del giro de 180º que ha dado ese Sánchez desde 2019 hasta la fecha, y cómo ahora sus discursos están más en sin

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