Sánchez intenta levantar cabeza, y como suele hacer en tiempos difícil, utiliza siempre el mismo comodín: las cifras económicas. En las últimas semanas, lo acompaña con un segundo comodín: Israel.
Las cifras económicas solo provocan entusiasmo en las altas esferas, los españoles de a pie conocen perfectamente las dificultades para sobrevivir a pesar del triunfalismo del presidente; como conocen también perfectamente cuántos socialistas han engrosado sus cuentas corrientes por prácticas ilegales, o porque el carnet les abría puertas para cargos de buen salario que jamás habrían conseguido por sus méritos.
Israel es otro asunto. Pedro Sánchez, cercado por la corrupción, por socios insaciables y por sucesivos fracasos parlamentarios que echan abajo sus principales proyectos de gobierno, pre