Una mañana de septiembre con mucho viento, Josh y Jordan Gackle se reunieron para hablar de la inminente crisis a la que se enfrenta su granja de soya en Dakota del Norte.

Por primera vez en los 76 años que lleva operando, su mayor cliente —China— había dejado de comprar soya. Se prevé que su granja de 930 hectáreas de soya pierda 400.000 dólares en 2025. La soya que normalmente se cosechaba y exportaba a Asia ahora se encuentra amontonada en grandes contenedores de acero.

Desde que el presidente Donald Trump impuso aranceles a los productos chinos en febrero, Pekín ha tomado represalias mediante un alto a todas las compras de soya estadounidense.

Esa decisión ha tenido repercusiones devastadoras para los agricultores de Dakota del Norte, que exportaban más del 70 por ciento de su soya

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