Según la frase remanida y popular, el futuro es de los niños. Sin embargo, el curso de algunos procesos recientes indica que también está hecho de viejos . Es un principio de realidad que apenas comenzamos a balbucear, después de un extenso letargo demográfico y cultural.
La vejez , centrada en el principio del legado, hoy es también continuidad, incluso impulso. La imagen gastada del anciano jubilado - o “abuelo”, como si todos lo fueran - que espera, calla y recuerda lentamente, es sustituida por la de una persona que trabaja y desea.
Conmueve pensar en una vida que, con tanto recorrido, aún elige transitar. Al mismo tiempo, inquieta la cultura que cierra la puerta a quienes desean seguir siendo parte activa del tejido social , no solo por necesidad - que es real - sino por con