España ha experimentado su verano más caluroso desde 1961, con graves consecuencias para la salud pública. Un estudio del Imperial College London y el London School of Hygiene and Tropical Medicine ha revelado que entre junio y agosto se registraron 2.841 muertes relacionadas con el calor en el país. Esta investigación analizó la mortalidad acumulada en más de 850 ciudades europeas, encontrando un desvío promedio de la temperatura de 2,2 grados por encima de lo normal.

A nivel europeo, se documentaron aproximadamente 24.400 muertes durante el verano, de las cuales el 68% se atribuyen al cambio climático, lo que equivale a 16.500 fallecimientos. España e Italia son los países con más muertes por calor, con 2.841 y 4.597 respectivamente. En total, se estima que España tuvo un exceso de 3.893 muertes este verano, de las cuales 2.800 están relacionadas con el cambio climático.

El Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III también ha reportado cifras alarmantes, con 3.644 muertes por calor a principios de septiembre, un aumento del 84,3% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la temperatura media en España alcanzó los 24,2 grados centígrados, 2,1 grados por encima de lo habitual, y el país experimentó una ola de calor en uno de cada tres días del verano.

Las grandes ciudades fueron las más afectadas, con temperaturas que pueden ser hasta 10 grados más altas que en áreas rurales. Barcelona se destacó como la ciudad española con más muertes por calor, con 630 fallecimientos adicionales, igualando a Atenas y solo superada por Roma (835) y Milán (1.156). En Madrid, se registraron 387 muertes por el aumento de las temperaturas.

El estudio indica que el 85% de las muertes correspondieron a personas mayores de 65 años, y el 41% a aquellos mayores de 85, lo que resalta el riesgo que enfrentan los ancianos y las personas con enfermedades crónicas. La doctora Claire Barnes, investigadora del Imperial College London, advirtió que "cambios de unos pocos grados en el calor del verano pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte para miles de personas".

Los investigadores subrayan la urgencia de adoptar medidas contra el cambio climático. Barnes enfatizó que "cuanto más tarden los gobiernos en abandonar los combustibles fósiles y reducir emisiones, más mortales será el calor del verano, incluso con esfuerzos para ser más resilientes a las altas temperaturas".