El Papa León XIV ha tomado una decisión contundente al destituir al diácono italiano Alessandro Frateschi, quien fue condenado por abuso sexual de menores. Esta acción, anunciada por el Vaticano, representa la primera sanción pública del nuevo pontífice en un tema que ha afectado gravemente la credibilidad de la Iglesia Católica.

Frateschi, de 50 años, fue condenado a 12 años de prisión por abusar de cinco menores entre 2018 y 2023, tres de ellos alumnos suyos en una escuela de Latina, situada a unos 70 kilómetros de Roma. La diócesis de Latina comunicó que la destitución es “inapelable” y se realizó directamente en la prisión donde el exdiácono cumple su condena.

La medida implica que Frateschi ya no puede hablar en nombre de la Iglesia, impartir homilías, ocupar cargos en seminarios o parroquias, ni enseñar materias relacionadas con la teología o la religión. Esta decisión se produce en un contexto donde la Iglesia enfrenta crecientes demandas de transparencia y justicia, especialmente en países donde aún no se han llevado a cabo investigaciones nacionales sobre abusos.

Durante una reciente oración en la basílica de San Pedro, el Papa expresó su apoyo a las víctimas de abusos, afirmando: “La Iglesia es solidaria con quienes han sufrido la injusticia y la violencia del abuso. La violencia sufrida no puede borrarse”.

El caso de Frateschi fue remitido a la sección disciplinaria del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que se encarga de tramitar denuncias de abusos. La recomendación para su expulsión fue elevada directamente al Papa, quien firmó el decreto correspondiente.

La destitución de Frateschi se produce en un momento crítico para León XIV, quien enfrenta los desafíos de sus primeros meses como líder de más de 1.300 millones de católicos. En una entrevista, el Papa admitió que la dimensión pastoral le resulta familiar, pero reconoció que la exposición internacional y los encuentros con jefes de Estado han sido un aprendizaje forzado.

León XIV ha manifestado su intención de fortalecer la fe de los creyentes en un contexto global marcado por la desconfianza hacia las instituciones. Su pontificado comienza bajo la presión de abordar un tema tan delicado como el abuso sexual dentro de la Iglesia, un asunto que sigue generando controversia y debate en Italia y en el mundo.