Una visita a Anfield siempre tiene una dificultad máxima, pero si además en seis minutos te topas con un 2-0 en contra, el escenario es todavía más complejo. Todo lo que hubiera pensado Simeone para que su Atlético fuera rebelde se había caído como un castillo de naipes. El primer golpe fue de mala fortuna, el segundo, falta de contundencia. Lenglet, retratado en los dos goles, hizo una falta en el borde del área que terminó con un discreto disparo de Mo Salah, pero que se convirtió en oro tras tocar en Robertson. Sin tiempo de encajar el golpe, el Atlético recibió el segundo dos minutos después. Mo Salah se coló en el área desde la banda por el interior y tras apoyarse en Gravenberch se plantó solo ante Oblak -que jugó su partido 500 con la camiseta del Atlético- para definir con calidad
Van Dijk arruina en el descuento la reacción del Atlético

110