Leyendo en las tripas de los sondeos sacamos la conclusión de que las mayorías se refugian en el desinterés por los asuntos políticos. Solo unos pocos están involucrados en ese debate atrabiliario que aparenta ocuparnos a todos. Los asuntos que se exhiben en los titulares de prensa no son del interés exclusivo de la gente, ni las plataformas que llenan las redes sociales influyen en la vida normal de los ciudadanos. Una enorme cantidad de personas anda preocupada por otras cosas: por sus trabajos, por cómo pagar su vivienda, por cómo llegar a fin de mes y, sobre todo, por llevarse bien con su vecino, o, al menos, por procurar entenderlo. Así que ese enfrentamiento altamente polarizado que se ofrece como imagen generalizada no responde a la realidad, sino a un deseo, a un intento de radical

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