Entre rituales mayas, caminos verdes y una mesa compartida en casa maya, mi estadía en el complejo de Chablé Yucatán, fue un regreso a lo simple: naturaleza, cultura y gratitud. Desde lo profundo de mi ser quiero confesar que fui a este viaje sin ninguna expectativa. Y creo que eso fue lo mejor: llegar con la mente abierta, sin esperar nada, para dejarme sorprender, al final, cuando uno se permite regresar a lo básico y al contacto con la naturaleza, es más fácil abrazar lo que aparece con gratitud.
El viaje estuvo marcado por un temporal en la carretera; llegué cansada y agobiada. Sin embargo, lo que me encontré no me lo imaginaba: caminos iluminados en la noche, piedras y adoquines mojados brillando bajo la lluvia, árboles resplandecientes en medio del casco histórico de una hacienda qu