Cuando visitamos un jardín botánico, solemos maravillarnos con la diversidad de formas, colores y aromas que ofrecen las plantas. Caminamos por senderos sombreados, tomamos fotos de flores o simplemente disfrutamos de un momento de calma en medio del bullicio urbano. Pero pocas veces nos detenemos a pensar en quién hace posible ese pequeño paraíso. Detrás de cada hoja brillante, cada sendero bien delineado y cada flor en su punto justo de esplendor, hay un grupo de personas cuya labor es silenciosa pero fundamental: los jardineros.
Lejos de ser simples cuidadores de plantas, estos trabajadores son auténticos guardianes de la biodiversidad. Su conocimiento, experiencia y dedicación convierten los jardines botánicos en verdaderos santuarios de vida vegetal y en centros clave para la conserv