Hay algo muy perturbador que une a los gobernantes más visibles de la ola ultraderechista que está sacudiendo el mundo: la crueldad (o lo que es lo mismo, la incapacidad de sentir compasión, la palabra más noble para definir a políticos como Abraham Lincoln o Isaac Rabin, que fueron asesinados por defender causas tan justas como la abolición de la esclavitud o el derecho de los palestinos a una patria).

Lo que define a Donald Trump, al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, o al presidente de Argentina, Javier Milei, es la absoluta falta de empatía ante el sufrimiento de los más vulnerables: los niños, ya sean hijos de inmigrantes hispanos, palestinos de Gaza o discapacitados o jubilados argentinos.

No es casualidad que, coincidiendo con el informe de expertos de la ONU, que presen

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