La gestión diaria de un ayuntamiento de una gran ciudad como Barcelona incluye tareas insospechadas. Por ejemplo, contar con una unidad montada de la Guardia Urbana, una división emblemática de la policía municipal con casi 170 años de historia y muy popular entre los barceloneses, requiere una fuerte inversión. El Ayuntamiento contrata periódicamente, mediante concurso público, el servicio de recogida y traslado de los excrementos de la treintena de caballos que forman a esta cuadrilla famosa por sus vistosos carruseles. Ahora toca renovar este contrato para los próximos cinco años por un coste que se aproxima al cuarto de millón de euros. Se trata de recoger, transportar a una planta de tratamiento y gestionar las defecaciones de los equinos que habitan en las cuadras de las dependencias
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