No hay persona más peligrosa que un hombre inseguro y lleno de complejos que se cree traicionado en el amor. Alguien cuyo drama es no sentirse merecedor de nada, un marginado que sufre el síndrome del impostor. A este le basta una chispa para convencerse de que la perfidia femenina está en marcha...

Eso que saben bien tantas víctimas del terrorismo machista lo analizaban Verdi y el libretista Arrigo Boito a finales del s. XIX, fascinados por el loser Otello, el personaje de Shakespeare al que corroen los celos hasta las últimas consecuencias. ¡Pobre Desdemona! La dama veneciana vivía un amor por el moro veneciano que nadie comprendía. ¿Cómo podía querer al rudo y colérico militar de clase –y raza– inferior?

Siete minutos de aplausos en los que la soprano se proclama favorita del públic

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