Las acusaciones sobre su irrelevancia ante la invasión rusa de Ucrania y su incapacidad ante la insostenible situación humanitaria en Gaza son los ejemplos más recientes y claros de una organización que desde hace décadas pierde relevancia como gestora de la diplomacia multilateral. Por eso, esta semana, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comienza sus sesiones en Nueva York en medio de un ambiente cargado de cuestionamientos y con dudas sobre si será capaz de sostenerse como el principal foro de cooperación internacional y de resolución de conflictos.
No hay misterios detrás de esta crisis. El multilateralismo, piedra angular del esfuerzo por mantener el orden global tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se debilita a gran velocidad. El propio secretar