Hay futbolistas a los que podemos llamar “jugadores-película”, porque su trayectoria tiene algo (o mucho) de cinematográfica, con idas y vueltas, momentos de suspenso, desenlaces inesperados, recodos de caídas y vuelta a levantarse y, como una buena producción de Hollywood, finales felices. El primero que me viene a la cabeza es Martín Palermo. El hombre que llegó a ser el máximo goleador de la historia de Boca (y mi máximo ídolo, antes incluso que Riquelme), quien, sin ser un gran dotado, le terminó cerrando la boca a todo el mundo (que lo trataba poco menos que de burro), el jugador argentino que con mayor edad marcó un gol en un Mundial (con Maradona de técnico), y por supuesto (¡su momento cumbre!), el que le marcó los dos goles al Real Madrid en la final de la Intercontinental (pero n
Luz, cámara, acción: juega Di María

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