Una descarga de adrenalina y la charla que hacía falta para lograr la victoria. Unas simples palabras que sirvieron para cambiar la mentalidad de un equipo que estaba perdido y la presencia del capitán sobre el terreno de juego. El sábado en Butarque se alinearon los astros para que todo saliera bien. Para que la UD Las Palmas consiguiera la segunda victoria consecutiva y que tanto el vestuario como la afición se animaran a creer.
Todo ocurrió en el descanso. La voz de Luis García y el grito de Jonathan Viera que encendió a todo un vestuario con una frase que recaló en el grupo: «Vamos carajo que somos la UD». Fue la intrahistoria de una reacción mágica, esa que hizo a los amarillos despertar del coma para volver a disfrutar con el balón en los pies. Y esta vez no sol