El asombroso hallazgo conocido hoy como las “joyas del pescador” surgió del fondo del mar veracruzano a mediados de la década de 1970 y cambió para siempre la vida de un trabajador local. Esta historia, que entrelaza azar, historia antigua y las consecuencias legales de descubrir un tesoro, es una muestra de cómo el patrimonio nacional puede emerger imprevistamente y reescribir el destino de quienes lo encuentran.
Todo comenzó en 1975, cuando una jornada común de pesca terminó en sorpresa. Raúl Hurtado, dedicado a la captura de pulpo , se encontraba buceando cerca de la desembocadura del Arroyo de Río Medio, en la costa de Veracruz , cuando notó un destello metálico en el lecho marino.
Pensando que podía tratarse de cobre, el pescador tomó la barra y la llevó a casa, do