Andalucía tiene un problema con las aguas que desecha, con sus aguas sucias. La inexistencia de las depuradoras necesarias y el deficiente funcionamiento de un excesivo número de ellas provoca la llegada de agua contaminada, demasiado contaminada, al litoral, los ríos y los pantanos de la región. Las consecuencias son diversas: el deterioro del medioambiente, la acumulación de tóxicos en especies vegetales y animales de las que se alimenta el ser humano y las sanciones millonarias que pagan las administraciones, es decir, los ciudadanos, por el incumplimiento de la normativa son las principales. Pese a ello, el 29% de las depuradoras de Andalucía siguen vertiendo aguas contaminadas a la naturaleza.
El Gobierno central, la Junta de Andalucía y los ayuntamientos están llevando a cabo obras