Se ha vuelto costumbre que la protesta ciudadana, en cualquier sector que se observe, se convierte en un factor de perturbación enorme para todos aquellos que pretenden mover la economía, rebuscarse el ingreso diario, o simplemente cumplir con los compromisos personales, muchas veces en donde está involucrada de manera apremiante la salud.
La protesta es legítima, derivada además de un derecho constitucional; pero los derechos de las demás personas tienen igual legitimidad y también requieren de especial protección por parte de las autoridades, ya sea nacionales o locales, pues no se puede pretender que por ejercer un instrumento de reclamo, éste tenga que hacerse con el atropello a otros ciudadanos, que casi siempre nada tienen que ver con los acontecimientos, pero que se encuentran fren