En México, como somos las y los mexicanos, ahora sabemos convivir con los sismos. Ya hasta bromas se hacen. Hasta muy pesadas diría yo. Desde 1985 y después en 2017, en la mente tenemos escenas de edificios colapsados, brigadistas improvisados (me refiero con ello a esa gran solidaridad que siempre demostramos) y gente, miles, que se sumaron no sólo para salvar vidas, sino para ayudar a quién rascaba cada pedazo de escombro.

De esas dos dolorosas experiencias surgió en México la cultura de protección civil que, con todas sus limitaciones, nos recuerda que estar listos es la única defensa posible ante una eventualidad natural.

La protección civil es funcional cuando autoridades y población actúan coordinados. Hay protocolos muy específicos y, como ya lo vimos, simulacros publicitados, cap

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