Alicia vive en Arganda del Rey con su hijo Ángel, de 19 años, diagnosticado de autismo, un 81% de discapacidad intelectual y un grado 2 de dependencia que antes fue grado 3. Su historia refleja la realidad invisible de miles de familias que cargan solas con el cuidado de hijos con Trastorno Grave de Conducta, donde la falta de apoyos institucionales convierte la vida diaria en un campo de batalla. Madre monoparental, con una jornada reducida y agotada física y emocionalmente, Alicia se enfrenta a una justicia lenta y a un sistema que niega derechos básicos. Hoy levanta la voz para reclamar lo que es suyo y para advertir de que las cuidadoras informales están siendo olvidadas.

Alicia cuenta que sus días empiezan siempre con la misma rutina: levantar a Ángel, preparar su desayuno, vestirlo,

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