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Hay dos versiones y no son incompatibles. Una dice que se sentaba en esa mesa del fondo. Otra dice que se sentaba en la mesita junto a la ventana. Ambas coinciden en que a veces leía, otras escribía, otras dibujaba. Lo cierto es que iba casi todos los días, porque el parroquiano, Raul Scalabrini Ortiz, vivía a dos cuadras de este bar, el Gandini, en Olivos. Podes mirár por la ventana, pero es mejor entrar, porque más allá del hecho histórico, ya no se puede ser parroquiano. Ya casi no hay bares de verdad, de esos en que se sabía cómo tomabas el café, y uno conocía la vida del mozo y el estado de su familia. Ese donde mirabas por la ventana y la coreografía urbana era siempre la misma, y si mirabas hacia adentro notabas quien había tenido una buena noche o un mal día.

Hoy todos son fr

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