El teatro es un territorio sin concesiones. Allí no vale la fama, ni la procedencia, ni la ilusión de que la popularidad garantice la calidad.Cada gesto, cada pausa, cada palabra sobre un escenario es un riesgo medido, y la recompensa, cuando llega, es absoluta. Beli Figueroa y Pablo Mercoli conocen esa exigencia como pocos: saben que cada función es un examen frente al público y que cada proyecto es un acto de fe. “Traer obras a Salta y Jujuy no es sencillo”, dice Pablo con la seriedad de quien ha calculado cada variable del éxito y del fracaso. “Cada producción exige infraestructura, inversión, paciencia y resistencia. No se trata solo de montar un espectáculo: hay que evaluar la vigencia de los artistas, medir la recepción del público y anticipar los desafíos. Cuando funciona, es intens
El teatro: “Entre riesgo, vigencia y

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