Como muchos otros en Gjoa Haven —una aldea ubicada en lo alto del Ártico de Canadá, sola en una isla grande, plana y azotada por el viento— Betty Kogvik nunca tuvo interés en las plantas.

Gjoa Haven sobrevive semanas de oscuridad total durante sus largos inviernos. Los arbustos cobran vida a medida que el hielo y la nieve retroceden, pero se mantienen agachados durante los cortos veranos, aferrándose al suelo de la tundra. Los árboles más cercanos se encuentran a cientos de kilómetros al sur, en el territorio continental de Canadá: las píceas más bajas y delgadas.

Hoy, sin embargo, la Sra. Kogvik cultiva fresas, zanahorias, brócoli, pimientos morrones, microvegetales, tomates y una gran variedad de otras frutas y verduras, durante todo el año.

“Antes no sabía nada de plantas”, dijo la S

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