En una inesperada decisión, que refuerza la teoría de persecución política y “caza de brujas” en Brasil contra la oposición derechista, la Fiscalía de Brasil imputó el delito de “coacción” a Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, condenado por conspirar para un golpe de Estado, lo que llevaría a un punto de no retorno la relación entre la Casa Blanca y el Palacio de Planalto, bajo la dirección del izquierdista Luis Lula da Silva.
Desde su regreso al poder, el 1 de enero del 2023, y en similitud a lo que ocurrió a Donald Trump bajo la presidencia del demócrata Joe Biden, Lula da Silva ‘impulsó’ el proceso contra Jair Bolsonaro, asegurando que “había pruebas de todo lo que pensaba hacer” y que no solo sabía, sino que había incitado al asalto del 8 de enero de ese año de