Por Ricardo Braginski

Tras años de alta inflación los argentinos nos aferramos a la estabilidad económica. Pero empieza a verse una tendencia preocupante: muchos parecen verlo como el punto de llegada y no el de partida para lograr el desarrollo.

Tras décadas de alta (o altísima) inflación, los argentinos nos aferramos a una macroeconomía ordenada como si fuera la última botella de agua en el desierto.

Lo vemos a diario, en las conversaciones, pero surge también, de forma llamativa, en una encuesta de percepción sobre las expectativas para 2025 hecha entre los líderes de la industria del conocimiento , sector que reúne a empresas que van desde el desarrollo de aplicaciones hasta biotecnología, producción audiovisual o nanotecnología, entre otros.

El trabajo, distribuido por Argen

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