Varios países miembros del G7, que se habían negado por décadas a reconocer el estado de Palestina, lo han hecho este fin de semana. Es una decisión que tendrá, en el corto plazo, pocos efectos, pero que signa un viraje importante en la relación entre las potencias de Occidente e Israel. Es, también, una decisión correcta.

La reacción del gobierno de Benjamín Netanyahu ha sido de indignación, afirmando que con esto se premia a los terroristas de Hamas.

Esa respuesta israelí tiene aristas que nos dicen que ese gobierno no entiende que no entiende y ha perdido todo contacto con la realidad. O que, en su cinismo, ha perdido totalmente la brújula política (porque la brújula moral hace rato la perdió).

El reconocimiento a Palestina no es un premio al terrorismo, sino un castigo a los horrore

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