El domingo de Monza Carlos Sainz estaba desmoralizado. De nuevo Williams no le había hecho caso con la estrategia, y, como en Holanda, un toque del que no era culpable le dejaba fuera de los puntos. La mala racha continuaba, y la conjura postvacacional de darle la vuelta a la temporada no estaba funcionando. En Monza le dije que estuviera tranquilo, que era un gran piloto y seguro vendrían buenos resultados. Al final siempre escampa. Dos semanas después, el madrileño firmó un brillante tercer puesto en Bakú y su nueva escudería lo celebró a lo grande. Con todo el equipo subido al muro brazo en alto. Una alegría que contrastaba con la de muchos de los 25 logrados para Ferrari. En casa del rico ya se sabe…

Un mecánico de Williams: “Antes veníamos para ser últimos

Lo decía en un post de I

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