Hace dos temporadas, en enero de 2024, Óscar Gilsanz se atrevió a hacer debutar a un juvenil de primer año. Estaba en racha en Liga Nacional, incluso había rascado algún tanto con el División de Honor, y el 1-1 ante el Oviedo Vetusta animó al betanceiro a sacar al campo a Rubén Fernández. Goleador por naturaleza , dos cursos después ha dado el salto a la plantilla del filial, saltándose el tercer año en la categoría que, a priori, le correspondería al de Caldas, quien durante sus primeras etapas hacía más de cinco horas en carretera para poder entrenar en Abegondo.
Rubén ha necesitado solo tres ratos en el campo para confirmar lo que ha sido toda su vida: un goleador nato. Suplente en este inicio de liga, Manuel Pablo apostó por él en los minutos finales para desatascar el 1-1 ante el S