Claudia Cardinale se transformó en un ícono de la belleza femenina y en una artista con una presencia escénica que unía carácter y sensibilidad en cada papel. Fue una de las pocas actrices europeas capaces de conquistar tanto al público del Viejo Continente como al de Hollywood, compartiendo proyectos con directores de renombre como Luchino Visconti, Federico Fellini, Richard Brooks, Henri Verneuil y Sergio Leone.
Su trayectoria es una verdadera joya cinematográfica. Encarnó personajes inolvidables en cintas que hoy son patrimonio del séptimo arte. Entre sus colaboraciones más recordadas con Visconti destacan la apasionada Angélica en El gatopardo (1963) y la intensa protagonista de Sandra de la familia mancinada (1965).
Versátil y carismática, brilló no solo en el cine de autor, sino ta