En la mañana del 23 de septiembre de 1973, un temblor sacudió las entrañas de Pablo Neruda. El poeta se encontraba internado en la clínica Santa María y vivía los últimos estertores del cáncer en su organismo. En la noche anterior una enfermera del recinto le puso una inyección para dormir. No volvió a despertar. “Había muerto. No recobró el conocimiento. Pasó del sueño del día anterior a la muerte”, recuerda Matilde Urrutia, la esposa del poeta en sus memorias Mi vida junto a Pablo Neruda (Pehuén Editores, 2010).

De acuerdo a su testimonio, el cuerpo del poeta fue trasladado a su casa de Santiago, “La Chascona”, del barrio Bellavista, para hacer el velatorio. Días antes, la vivienda había sido allanada y saqueada. “Aunque viviera mil años, nunca podría olvidar este momento…Vidrios por to

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