Este miércoles Tailandia se libraba del tifón que azota otras partes de Asia, pero proporcionaba imágenes no menos devastadoras, de factura humana. A las siete de la mañana, la aparición de un extraño socavón en la calzada, enfrente de un conocido hospital y de una comisaría de policía, obligaba a acordonar partes de la relativamente céntrica calle Samsen. Trece minutos más tarde, el boquete se ensanchaba ante los ojos incrédulos de los automovilistas, hasta engullir toda la calle, entre ambas fachadas, incluidas dos grúas policiales y un coche particular. Otro vehículo privado se salvaba de milagro, al borde del abismo.
La situación está lejos de estabilizarse y hay daños en por lo menos cuatro edificios circundantes, mientras se ha restringido la circulación en cien metros a la redonda,