Un perro que salta, corre en círculos y mueve la cola con una energía desbordante al ver regresar a su dueño es una escena familiar para millones de personas . Detrás de esa efusividad, que a menudo se interpreta como una simple muestra de alegría, existe una compleja red de factores biológicos, emocionales y de aprendizaje que la ciencia ha comenzado a desentrañar.
El vínculo afectivo entre los perros y sus cuidadores se asemeja, en muchos aspectos, al que desarrollan los bebés humanos con sus padres. Alison Gerken , veterinaria especialista en comportamiento animal de la SPCA de San Francisco, señaló en declaraciones recogidas por Popular Science que “los perros forman lazos de apego, y esos lazos pueden parecerse mucho a los que los bebés humanos establecen con sus cuidad